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La presente página tiene como fin reunir el mayor número posible de datos conocidos, o que se vayan dando a conocer en el futuro, sobre las especies silvestres de la familia ORCHIDACEAE en la Península Ibérica. La principal fuente de datos ha sido nuestra experiencia personal, basada en las observaciones efectuadas en el campo y en los trabajos de investigación que llevamos a cabo (en algunos casos aun sin publicar), así como en nuestra experiencia docente de largos años.Además, y en muchos casos con carácter previo, se ha obtenido información de otras dos fuentes tradicionales en la botánica: las colecciones de herbario y la bibliografía. De esta última, se han compilado datos procedentes de publicaciones en revistas científicas, guías solventes, estudios taxonómicos y florísticos, etc.
Acerca de los nombres científicos de las orquídeas
"Solamente los botánicos genuinos pueden imponer nombres a las plantas"
C. Linneo (Philosophia Botanica, 1751)
Probablemente, uno de los temas más farragosos es el relativo a la nomenclatura de las especies vegetales, y por supuesto, de las orquídeas. Vamos a intentar explicar porqué los nombres que empleamos y sus autorías, de un modo relativamente sencillo. En primer lugar, todos los nombres de plantas deben atenerse al Código Internacional de Nomenclatura de Algas, Hongos y Plantas, cuya última versión fue aprobada en Melbourne (Australia) en 2011. Este código se rige mediante principios, artículos, reglas y recomendaciones. Uno de los principios más importantes del código establece que los nombres científicos de los organismos vegetales deben escribirse en latín. De este modo, toda la comunidad científica (y aficionada a la orquidología) sabrá de qué especie hablamos al mencionar Cypripedium calceolus, mientras que difícilmente nos entenderíamos si la nombráramos por sus nombres vulgares en las diferentes lenguas (zapaticos de la Virgen, esclops, sabatetes de la Mare de Deu, sabot-de-Vénus, sabot de la Vierge, Lady’s slipper orchid, etc…) Otro principio establece que la categoría taxonómica básica es la especie, que se cita como un binomen (el sistema de nomenclatura popularizado con fines didácticos por Linneo se denomina "nomenclatura binominal") formado por una primera palabra que corresponde a la categoría taxonómica de género y una segunda que sería el restrictivo específico. Así, el mencionado Cypripedium calceolus. La categoría taxonómica de género queda incluida en una superior, que es la de familia, en este caso Orchidaceae. Además, cada categoría taxonómica solamente puede tener un nombre válido. El Código establece que todos los nombres científicos en latín aceptados por el Código tienen que haberse publicado a partir del 1 de mayo de 1753, fecha de publicación de la obra Species Plantarum de Carl von Linnaeus. Desde esa fecha, todavía permanecen algunos nombres actuales de orquídeas como Cypripedium calceolus L., Sp. Pl.: 951 (1753). Desde la edición de la obra linneana, se han nombrado y descrito (o no) numerosas especies (y categorías infraespecíficas, como variedades y subespecies) de orquídeas. Estas últimas suelen mencionarse en las fuentes de información con las abreviaturas var. y subsp.
Si tenemos en cuenta la memoria histórica, podemos comprender por qué hay tantos nombres en la bibliografía y porqué solamente empleamos algunos en la actualidad, quedando los demás como sinónimos. Durante la segunda mitad del siglo XVIII y todo el siglo XIX, el conocimiento de las orquídeas fue en aumento, pero en aquellos tiempos era difícil tener acceso a toda la información existente. Por ese motivo, distintos autores podían describir la misma especie en diferentes territorios sin saber que otro autor ya lo había hecho previamente. A este respecto, un principio del Código de Nomenclatura establece lo que se denomina la regla de la prioridad, por lo que un nombre más antiguo (aunque siempre posterior a 1 de mayo de 1753) prevalece sobre otro posterior. Por ejemplo, Epipactis atrorubens fue descrito por Georg Hoffmann en 1809 y Epipactis atropurpurea lo fue por Constantin Rafinesque en 1810. Ambas descripciones coinciden y el problema es que Rafinesque no tenía constancia de la publicación un año anterior de la otra especie. Por ese motivo, como la planta más antigua es la descrita en 1809, el nombre aceptado es el de E. atrorubens, y la otra pasa a ser un sinónimo de éste. Como este caso, se pueden encontrar muchísimos en la bibliografía. Otro aspecto importante es el relativo a lo que en Botánica nomenclatural se conoce como combinaciones. Como hemos mencionado anteriormente, a partir de la obra de Linneo se han descrito numerosas especies, y el propio Linneo reconocía pocos géneros dentro de las orquídeas. Según han evolucionado los estudios sobre estas plantas, ha aumentado el número de géneros, y las que el "príncipe de los botánicos" consideraba dentro de un género han pasado a integrarse en otros distintos. Por ejemplo, Linneo describió Serapias rubra L. en 1767. Sin embargo, Louis Richard consideró en 1817 que esta especie forma parte del género Cephalanthera, bajo el nombre de C. rubra (L.) Rich. En este caso, el autor ha realizado una combinación, porque realmente no describe nada nuevo sino que corrige la propuesta inicial de Linneo ya que no pertenece al género Serapias. En una combinación nomenclatural, el último epíteto (en este caso, “rubra”) se mantiene y se indica entre paréntesis al autor original -en este caso, (L.)-. En las dos últimas décadas, los avances en Biología Molecular han provocado un cambio impresionante de nombres científicos y ha aumentado el número de combinaciones. Por ejemplo, una buena parte del elevado número de especies que se integraban en el género Orchis ha pasado a formar parte de los géneros Anacamptis, Neotinea y Androrchis, quedando relegadas al género Orchis únicamente las especies con labelo antropomorfo. También encontramos nombres denominados ilegítimos según el Código de Nomenclatura. Por ejemplo, Epipactis parviflora (A. & C. Niesch.) E. Klein (1979) es un nombre ilegítimo ya que existía uno anterior de otros autores – E. parviflora (Blume) A.A. Eaton (1908) –, y como ya hemos mencionado, cada categoría taxonómica solamente puede tener un nombre aceptado por el Código. Por ese motivo, no puede emplearse el nombre de E. parviflora (A. & C. Niesch.) E. Klein para nuestra orquídea, que actualmente se nombra como E. kleinii M.B. Crespo, M.R. Lowe & Piera. En los ejemplos mencionados podemos comprobar que detrás de cada nombre científico se indica el/los autor/autores. Por lo general se abrevian los nombres, de ahí que Linneo se escriba como L., o Lamarck como Lam. Entre la comunidad científica botánica se aceptan las abreviaturas propuestas en la obra Author´s names, publicada por Richard Brummitt & G. Powell, y editada por los Kew Gardens de Londres. Como se ha explicado anteriormente, si aparece un nombre de autor entre paréntesis, es porque se trata de una combinación nomenclatural. Como síntesis de todo esto, debemos concluir que quedan muchos estudios por realizar en las orquídeas, y que su nomenclatura todavía puede cambiar en los próximos años. Además, como en muchas otras cosas, no existe un consenso estricto en la aceptación de la taxonomía de determinados géneros y especies, de ahí la dificultad para tratar grupos como los de Anacamptis morio o Androrchis mascula, en los que se han mencionado un gran número de taxones dentro de sus correspondientes géneros o de Orchis. Pero tampoco hay que asustarse ni renegar de la nomenclatura, al fin y al cabo, la mayoría de la comunidad orquidológica sabe a que nos estamos refiriendo aunque no se esté totalmente de acuerdo con el nombre definitivo.
Sobre las orquídeas y la naturaleza humana
Pero todo lo anteriormente expuesto, en apariencia tan serio y con una base científica firme, debe ser modulado por un factor externo y en buena medida previsible: la humana naturaleza.
Qué duda cabe de que las orquídeas son un grupo vegetal especialmente atractivo y de él se han ocupado desde profesionales de contrastada solvencia hasta aficionados con acceso a la posibilidad de publicar en revistas científicas de más o menos nivel. Pero sucede que la problemática anteriormente explicada sobre nomenclatura y taxonomía no está fácilmente al alcance de todo el mundo, ni es sencilla de entender. Especialmente los conceptos biológicos y evolutivos que implica. En conjunción con un grave pecado de localismo con frecuencia cometido, conduce a muchos orquidólogos a la descripción de nuevos taxones, o a resucitar entidades mal identificadas, para referirse a especimenes sin diferencias apreciables con los que aparecen en otras áreas geográficas, en ocasiones próximas. Ejemplo sangrante es lo que sucede en buena parte de los géneros Ophrys y Epipactis, pero no son los únicos.
Cuando se llevan a cabo estudios biogeográficos cuidadosos, como los que nos hemos tomado el trabajo de hacer para confeccionar los mapas que en esta página se pueden ver, sin ir más lejos, destaca de forma llamativa la utilización de nombres científicos pertenecientes a táxones que habitan en lugares geográficamente muy alejados de nuestro territorio, principalmente en los géneros Dactylorhiza y Ophrys. No hemos considerado oportuno mencionar esta diversidad de nombres, porque otros autores o nosotros mismos ya hemos corregido o revisado en diferentes publicaciones esas referencias.
La conservación de las orquídeas silvestres: legislación, protección y Listas Rojas
El presente apartado ha sido elaborado con los datos obtenidos por Dª Lara Hernández como parte de su Trabajo Fin de Carrera.
Se recoge la información, especialmente lo relativo al tratamiento nomenclatural de los táxones, tal y como viene mencionada en la legislación estatal o autonómica, sin entrar en valoraciones sobre su uso adecuado o no. Nuestros criterios taxonómicos y nomenclaturales son los expresados a lo largo de toda esta página web.
Además de la legislación de las comunidades autónomas, también se publican las Listas Rojas de especies en peligro de extinción, que no tienen carácter legislativo pero dan idea del estado de nuestras poblaciones según el criterio de la U.I.C.N. En España se han completado las ediciones de los años 2000, 2009 y 2010. En lo referente a las orquídeas, las dos últimas no ofrecen variación, pero amplían levemente la primera.
Se incluyen las siguientes especies:
- En Peligro Crítico: Anacamptis palustris, Androrchis spitzelii, Corallorhiza trifida y Epipogium aphyllum.
- En Peligro de Extinción: Cypripedium calceolus, Himantoglossum metlesicsianum
- Vulnerables: Dactylorhiza sambucina, Epipactis phyllanthes, Orchis canariensis, Serapias nurrica y Serapias occidentalis
- Casi amenazadas: Serapias perez-chasicanoi
- Preocupación menor: Dactylorhiza insularis, Dactylorhiza sulphurea y Gymnadenia gabasiana
- Con Datos Insuficientes: Gymnadenia odoratissima
En esta lista se encuentran incluidos también dos táxones canarios. En una primera edición (2008) se menciona Dactylorhiza cantabrica, que posteriormente pasó a ser considerada como sinónimo de D. sambucina, criterio que compartimos.